6to “B” Proyecto: ANTOLOGÍA
MITOS
El hombre que se convirtió en héroe
Soledad Acosta
En tiempos remotos había un hombre que se llamaba José que tenía el poder de convertirse en hombre invisible.
Un día caminando por la calle, vio a un muchacho que había robado y se estaba escondiendo. Al ver lo que pasaba, reaccionó y se convirtió en hombre invisible. Empezó a hablarle al ladrón:-¡No robes más porque a la cárcel te irás! El ladrón al no ver a nadie se asustó y salió corriendo.
Al volver a su casa José pensó que sería una buena idea acabar con la maldad. De repente escuchó por una voz que habían robado a una niña en un callejón. Al oír eso fue a ver, encontró al ladrón y le dijo en un susurro:- No te metas con los niños. El ladrón le devolvió todo a la niña y José se volvió de vuelta humano para acompañar a la chica a su casa.
Desde entonces se convirtió en el héroe del pueblo. Todos lo adoraban como un salvador y otros lo querían como un rey, sin saber que era un semidiós.
Un día, en un atardecer, a José le empezó a enflaquecer la panza, luego se achicó y de repente se convirtió en un escudo de plata con letras de oro que decía:
“ESCUDO DE LA JUSTICIA”
JOSÉ *
Y lo pusieron en un altar del pueblo.
La ira de Aira
Camila Ayelen Gonzalez
Hace muchos siglos existió una diosa llamada Aira, la diosa del agua, las lagunas, los ríos y el mar.
Aira estaba enojada porque el pueblo Rucna ensuciaba el río porque jugaban ahí con barro, arena y tiraban toda la basura.
Un día se cansó y bajó de la nube en donde vivía y les advirtió que dejen de ensuciar el río o si no los iba a dejar sin agua, con sequía. El pueblo Rucna, la gente, no le hizo caso.
Entonces el río se secó. Como el pueblo no podía vivir sin agua, un joven llamado Rubén, rubio de grandes ojos azules armó una catapulta y se lanzó hacia la nube de Aira. La encontró recostada.
-¿Qué necesitás joven?-le preguntó la diosa.
-Yo me llamo Rubén y vengo a hacer un trato.
-¿Qué trato? -preguntó la diosa.
-Si nos devuelves nuestra agua no la ensuciaremos más. Por favor ayúdanos.
Aira le respondió:-Está bien, les daré sólo una oportunidad.
Rubén bajó, Aira devolvió el agua y el joven volvió a su casa como un héroe.
FIN
El Dios y la torre de los tres dioses griegos
Emiliano Cristian Pachú
Hace muchos siglos atrás en el monte de Tilcara, donde nunca llovía, existía una torre llamada "Los tres dioses griegos", en dónde vivía preso un diós que se hacía llamar Trillot. Él era alto, inmortal. Tenía muchos poderes e inteligencia y no podía ser desafiado ni derrotado por ningún otro dios en todo el monte tilcarence. Vivía infeliz en el inframundo de esa mismísima torre.
Un día decidió convertir a los soldados que custodiaban esa torre en animales horribles y así quedar libre, pero se había olvidado de los tres dioses que antes gobernaban la torre y que le habían dejado un mensaje escrito en las paredes del inframundo. Trillot rápidamente bajó hacia su infierno y leyó esos mensajes. Paso a paso fue haciendo lo que decía el mensaje.
Descubrió que su misión era crear lluvia. Él se preguntó cómo iba a hacer eso porque nunca lo había intentado. Pero le saltó una idea a la cabeza: usar el poder de su resplandor hacia las nubes. Las nubes comenzaron a juntarse lentamente volviéndose cada vez más oscuras. De repente sin saber lo que iba a ocurrir, Trillot se quedó mirando el cielo por un largo rato. Así fue como unas pequeñas gotas fueron cayendo por su cara. El dios entusiasmado y feliz disfrutaba de aquel exitoso momento. Las gotas eran cada vez más seguidas e intensas. Había comenzado a llover. Su misión estaba concretada con el milagro que había logrado. Volvió a transformar a los soldados en hombres y se sintió libre. FIN
La belleza de la flor
María Victoria del Río
Hace mucho tiempo en el Olimpo vivía la Diosa Morella que tenía el poder de convertir a la gente mala en una flor.
Un día, en el Olimpo comunican que un pueblo llamado Oiti Oros era arrasado por un semidiós llamado Killini que quería apoderarse del pueblo para esclavizar a la gente y hacer que lo adoren solamente a él y que desconfiaran de los dioses.
El Diós Hedes mandó a Morella a que lo matara antes que destruyera todo el pueblo. Ella dijo que no lo iba a matar y propuso usar su don.
Poco después, Morella bajó a la tierra y le advirtió a Killini que no luchara con ella porque iba a arrepentirse. Él le respondió que no se arrepentiría. Entoces Morella lo convirtió en una flor muy bonita que brillaba como oro, era naranja. Lamentablemente esa flor tenía una maldición: quien la tocara moriría.
Entonces Morella la llevó al Olimpo para que el Dios Hedes la cuidara y que nadie la tocara.
Todo iba bien hasta que el dios Zeus la robó para que la gente que él odiara la tocara y se muriera. El Olimpo estaba en peligro. Hedes quiso ir a recuperar la flor pero Morella se ofreció.
Morella fue a la guarida de Zeus que en ese momento dormía, abrió una puerta muy grande y entró. Estaba en un cuarto muy seguro con llave. Abrió la puerta, la encontró y la llevó al Olimpo otra vez y se la dio a Hedes para que la guardara en un lugar muy seguro y vigilado.
El Olimpo nunca descansaba porque siempre alguien malo pelearía por apoderarse de sus pueblos.
La Diosa del Ahinco
Ayelén Fernandez
En el siglo VI a.c. existió una bella mujer llamada Levedhey. Era hermosa como una flor en primavera y ningún hombre se resistía a su belleza. Ella era una semidiós, hija de Othis, el diós del clima e hija de Margarahys.
Lavedhay tenía el poder de manejar las plantas, de congelar el tiempo incluyendo a las personas, como también derretir todo lo que acariciase con las manos. ¡Sus poderes eran demasiados!
Entonces sus padres empezaron a pensar de qué forma se podía convertir en alguien más importante aún ¡un Diós!.
Fueron a las colinas del monte Olimpo que es el monte del diós más poderoso del mundo llamado Tiqui Tiqui. Él les dijo para ser una diosa tendría que enfrentarse a Mivar, el semidiós más malvado del mundo. Ellos le preguntaron si había otra opción, pero no, era la única, no había otra posibilidad.
Margarahys, muy preocupada no sabía que hacer, pero Othis le dijo que era por el bien de su hija y todos los humanos mortales. Ella entendió y se lo informó a su hija.
Al enterarse Lavedhay decidió enfrentar al malvado ese mismo día. Se preparó bien y creó su propia armadura para cubrirse y se dirigio rumbo al reino de Mivar.
Allí mismo comenzó la batalla. Él había heredado de su padre el poder de convertir a los dioses, semidioses e inmortales en piedra usando sólo un grano de arena. También podeía el poder de confundir y manipular a as personas con solo mirarlas a los ojos. Pero ella no pensaba mucho en eso porque utilizaría un escudo de plantas resistentes para cubrirse.
El pícaro la quiso engañar haciéndole creer que no quería pelear con ella, pero Lavedhay no era torpe ni imbécil para creer eso. Él le lanzó un grano de arena pero por suerte ella lo esquivó con su escudo de plantas. Como su padre le había obsequiado el dominio del rayo para la batalla, ella se lo lanzó a Mivar y lo dejó sin atributos, débil y sin fuerzas. Entonces Laverdhay aprovechó ese momento para utilizar su poder y haciendo una lanza mezcla de tierra, agua, aire y fuego escribió su nombre en una roca gigante. Escribir su nombre en la gran roca significaba y era evidencia que ella estuvo ahí e hizo un esfuerzo por mejorar el mundo. Al terminar de escribir, clavó la lanza en el pecho del enemigo.
Su padre, al ver que había vencido a Mivar, la llevó con Tiqui Tiqui para que la convirtiera en una diosa. Tiqui Tiqui la convirtió y la nombró "La diosa del Ahínco".
Fin.
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